Aprendiendo a volar

Pepe era un gorrión pequeñito que vivía con su familia en lo alto de un árbol. Sus hermanos habían empezado a volar hacía poco, pero Pepe no era capaz de aprender, ya que por mucho que lo intentaba no conseguía mover sus alitas con la suficiente fuerza para alzar el vuelo.

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Era un pájaro muy curioso, pues le encantaba asomar su cabeza sobre el nido y ver todo lo que ocurría a su alrededor, observaba a todos los animales que pasaban bajo el árbol, a las ardillas que andaban entre las ramas… pero lo que más le gustaba era ver a los demás pájaros volar, pensando que algún día él también podría hacerlo junto a ellos.

Lo malo era que cuanto más tiempo pasaba sin aprender a volar, más se entristecía. Podía ver como sus hermanos ya volaban sin la ayuda de sus padres y habían empezado a hacer amigos nuevos, mientras el seguía observando a todos los animales desde el nido. Sus padres y hermanos le insistían para que aprendiera a volar, animándole a ser valiente e intentarlo hasta conseguirlo.

Si todos hemos podido tú también puedes – le decían sus hermanos.

No, yo no puedo, ya lo he intentado y mis alas no van bien– contestaba el pequeño Pepe mientras abría sus alas.

Sus padres le miraban con ternura, – no tienes que tener miedo, eso es lo que te está frenando, ¿qué te asusta?

Supongo que caerme, hacerme daño o no ser capaz de hacerlo– contestó.

Si no lo intentas jamás lo sabrás, si te caes te levantarás y volverás a intentarlo, tus has nacido para volar, ¡claro que puedes! Todos hemos pasado por eso, no tengas miedo– dijo su madre.

EL pequeño Pepe se quedó pensativo y miró a sus padres y hermanos con cara de preocupación. Entonces se puso de pie y empezó a andar por el nido hasta asomarse al borde, miró hacia abajo y después miró a sus padres y hermanos de nuevo. Ellos le sonrieron y su madre hizo un gesto con la cabeza invitándole a intentarlo.

No te dejaremos solo, mamá y yo iremos primero, haz lo mismo que nosotros – dijo su padre – y nosotros estaremos detrás de ti– añadió uno de sus hermanos.

Entonces el pequeño gorrión se puso de pie en el borde del nido, sus padres hicieron lo mismo, le miraron, asintieron con la cabeza, levantaron las alas y saltaron. Entonces Pepe levantó sus alas cerró los ojos y sin pensárselo dos veces saltó decidido detrás de sus padres. Al principio se tambaleó un poco, entonces sus hermanos se pusieron a su lado lo que le llenó de fuerzas consiguiendo estabilizarse y sin darse cuenta, empezó a volar.

En ese momento sintió tanta felicidad que no podía contenerla – ¡Yuujuuuuuuu! – gritaba – ¡lo conseguí! –

-¡Siíii! – gritaban los demás – ¡Viva!-

Pepe se había enfrentado a sus miedos y consiguió cumplir su sueño de volar junto a los demás. Desde entonces, no había un día en el que el pequeño gorrión no saliera a volar con sus hermanos y amigos disfrutando y viviendo infinitas aventuras juntos.

Cuento original escrito por habiaunavezuncuento.com

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