Gato y Perro no dejaban de pelear
y su dueña les tenía que separar,
cada vez que se cruzaban se gruñían sin parar,
y la gente les mandaban a callar.
Gato y Perro no dejaban de pelear
y su dueña les tenía que separar,
cada vez que se cruzaban se gruñían sin parar,
y la gente les mandaban a callar.
Había una vez una niña muy sonriente llamada Clara. Tenía 6 años, sus ojos eran de color miel, y su pelo era de color castaño con pequeñas ondas que caían sobre sus hombros.
La estación del año favorita de Clara era el verano, porque siempre se iba un mes de vacaciones a la pequeña casita en la playa de sus abuelos, y se pasaba el día haciendo castillos de arena junto a su hermano mayor, Lucas.
Hace mucho, mucho tiempo, en un invierno muy frío, Lorenzo, que así se llama el Sol, se sentía muy triste. Salía por las mañanas con la cabeza cabizbaja y los ojos llorosos, iluminaba la ciudad sin fuerzas y apenas sonreía.
Lola vive en un pequeño pueblo que está muy lejos del mar, ella nunca lo ha visto, pero le gusta imaginar que va a la playa a jugar en la arena y a nadar entre los peces.
Lola tiene 9 años, es muy divertida y tiene mucha imaginación. La primera vez que vio el mar, fue en una película donde un grupo de niños viajaban con sus padres y se pasaban el día jugando a la pelota y haciendo castillos de arena. Le gustó tanto que desde entonces, cada vez que tiene vacaciones en el colegio, le pide a sus padres que le lleven al mar. Pero todavía no han podido ir.