Acababa de empezar el año y Carla, de doce años, estaba sentada en su pupitre, pensando en todas las cosas que quería conseguir en los próximos meses. Siempre había sido una gran soñadora, y este año no iba a ser diferente.
Sus padres le habían enseñado a intentar conseguir todo lo que se propusiera, ya que es mejor intentarlo y que suceda a no hacerlo y no saber si podría haberlo conseguido. Lo primero en su lista era sacar buenas notas en el colegio.

A Carla le gustaba ir a clase, aprendía cosas nuevas cada día y además jugaba con sus amigos en el recreo, así que estaba segura que conseguiría este propósito, pues si sacaba buenas notas se ponía muy contenta.
Otro de sus sueños era aprender a tocar un instrumento musical, le gustaba mucho escuchar música y siempre le había llamado la atención Le pidió a sus padres que le apuntaran a clases de guitarra y les hizo una propuesta: “Este verano tocaré una canción cuando estemos con toda la familia y así veremos lo que he aprendido”.
Además, Carla amaba los animales, así que escribió un tercer deseo, ayudar a los animales más necesitados. Sentada frente a su escritorio, mientras hacía su lista de propósitos, Carla se sentía entusiasmada y decidida. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a trabajar duro para hacer realidad sus sueños.
Fue a buscar a sus padres y les dio la lista que acababa de hacer y les pidió ayuda para conseguirlo. Sus padres, emocionados, se ofrecieron a hacer todo lo que ella necesitara si conseguía cumplir su primer propósito: sacar buenas notas.
A medida que Carla iba avanzando en el colegio, sus padres iban cumpliendo su promesa. Primero, buscaron un profesor de guitarra para que Carla diera clases en su tiempo libre, en poco tiempo aprendió a tocar su primera canción y practicaba para poder tocarla delante de toda su familia cuando llegara el momento.
Cuando se acercaban las vacaciones de verano, los padres de Carla hablaron con su vecina María, ya que era voluntaria en un refugio de animales y le preguntaron si Carla podía ir con ella los sábados por la mañana para ayudarle a cuidar de todos los animales que la necesitaban. La vecina María aceptó encantada y empezó a llevar a Carla todos los sábados al refugio.
Después de varios meses, Carla había conseguido todos los propósitos que había deseado en su nuevo año y se dio cuenta de que sus padres tenían razón, para cumplir tus sueños tienes que intentarlo y ese esfuerzo será recompensado logrando todo lo que te propongas.
Cuento original escrito por habiaunavezuncuento.com