Había una vez…
Una princesa llamada Ana a la que no le faltaba de nada. Vivía en un castillo en lo alto de una colina, con decenas de doncellas a su disposición.
Había una vez…
Una princesa llamada Ana a la que no le faltaba de nada. Vivía en un castillo en lo alto de una colina, con decenas de doncellas a su disposición.
Había una vez…
En un pequeño pueblo de un país muy muy lejano, había tres fieles amigos que se juntaban allí todos los veranos, sus padres habían vivido allí durante su infancia y solían volver al menos una vez al año. Era entonces cuando los tres amigos volvían a unirse y disfrutaban juntos de las vacaciones.
Ese año, estaba siendo un verano extremadamente caluroso y las personas del lugar tenían que hacer toda clase de peripecias para mantenerse fresquitos.
Había una vez un niño llamado Miguel que estaba durmiendo en su cama muy agustito. De repente, empezó a notar unos pequeños ladridos y unos lametones en la cara, era su perro Roco que estaba intentando que se despertara por todos los medios. Pero Miguel tenía mucho sueño así que se daba la vuelta y se tapaba con la sábana…