Los niños desordenados

María y Carlos eran dos hermanos muy traviesos, solo se llevaban dos años de diferencia y siempre estaban juntos. Hacían todo tipo de travesuras, se escondían, se disfrazaban con la ropa del armario de sus padres, corrían por toda la casa… en fín, ¡cosas de niños!

Sus padres, que les adoraban, a veces jugaban con ellos a disfrazarse, y otras se ponían serios cuando corrían por la casa, pero lo que más les entristecía era lo desordenados que eran los pequeños. Pues María y Carlos nunca recogían después de jugar, y eso era lo que menos les gustaba a sus padres.

Después de disfrazarse dejaban la ropa por en medio, como si hubiera pasado un huracán por su habitación y nunca recogían sus juguetes.

Por más que sus padres se lo pidieran, María y Carlos no hacían caso:

«¡Le toca a Carlos!» – gritaba María

«¡Que lo haga María!» – contestaba Carlos.

Al final sus padres se rendían y terminaban recogiéndolo ellos.

Un viernes, al salir del colegio, los chicos pidieron permiso a sus padres para invitar a unos amigos a casa a jugar con ellos, sus padres aceptaron encantados, y subieron todos al coche.

Cuando llegaron a casa, María y Carlos corrieron hacia su habitación buscando sus juguetes para enseñárselos a sus amigos, pero al entrar en el cuarto  se llevaron una gran sorpresa… ¡no había juguetes!

«¡Mamá, mamá! ¡¿Dónde está mi coche de carreras?!»«¡¿Y mi pelota?!»«¡No encuentro a mi muñeco!» – Exclamaban ambos hermanos mientras buscaban sus cosas por todas partes.

Tras un buen rato rebuscando entre sus cosas, su madre se acercó y dijo:

«¿Buscáis vuestros juguetes? Se los hemos regalado a otros niños, porque como vosotros los teníais tirados por el suelo,pensábamos que no os gustaban». –

A los dos hermanos les cambió la cara, no sabían si llorar, gritar o enfadarse. Miraban a su madre con el ceño fruncido sin mediar palabra, hasta que Carlos gritó:

«¡¿Pero por qué?, sí que nos gustaban, eran nuestros juguetes!»

Y su padre muy firme respondió:

«Si hubierais recogido la habitación, como os pedimos siempre, esto no habría pasado, si no cuidáis vuestras cosas, es porque no las queréis» – tras una pausa, resopló y continuó diciendo – «Si nos demostráis que a partir de ahora vais a ser más ordenados y vais a cuidar vuestros juguetes, os los devolveremos, pero si volvéis a dejarlo todo por en medio, nos los llevaremos de verdad».-

María y Carlos asintieron con la cabeza emocionados, y desde entonces todos los días después de jugar volvían a poner todo en sus sitio y dejaban su habitación muy, muy ordenada.

 

Cuento original escrito por habiaunavezuncuento.com

 

 

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