La ballena intrépida

Había una vez…una ballena que surcaba los océanos acompañada de su manada y de dos animalitos muy especiales, dos delfines que la escoltaban allá por dónde iba. Tiempo atrás la ballena había salvado a los dos delfines de un tiburón que les perseguía, intimidándole con su gran tamaño, debido a esto se habían convertido en amigos inseparables.

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La ballena tenía un sueño desde hacía mucho tiempo, quería saber que había más allá del horizonte azul, que era lo que veía siempre que subía a la superficie a respirar. Le preguntaba  a sus dos amigos.

Vosotros que nadáis tan rápido y habéis visto mundo, ¿Qué hay más allá de ese horizonte infinito? ¿Sólo hay agua, agua y más agua? ¿O hay algo más?

– ¿Con lo feliz que eres aquí en lo más profundo del océano? ¿Por qué tienes tanta curiosidad?-Contestaron los dos delfines

– Necesito saberlo, tengo mucha curiosidad, ¡Tiene que haber algo más! – Decía la ballena a sus inseparables amigos

Los delfines habían viajado más de una vez más allá del horizonte, por tanto, sabían lo que se podía encontrar, sin embargo no querían decírselo a la ballena. En unos de sus viajes, se habían encontrado con unos seres de metal que flotaban por encima del agua. Tenían el temor de que estos seres pudieran hacerles daño a ellos o a su querida amiga. Según habían oído hablar a otros peces, estos seres se hacían llamar barcos y estaban controlados por otros seres muy peculiares, los humanos.

Pero la ballena no cesó en su empeño y un día, mientras los delfines dormían, se fue en busca de aventuras para, de una vez por todas, satisfacer su curiosidad.

Cuando éstos se despertaron y no la vieron, se asustaron mucho. Pensaron rápidamente en que se había ido a averiguar qué es lo que había más allá del horizonte. Estuvieron varios días nadando a toda velocidad, pero nunca la conseguían alcanzar.

Unos días más tarde, de repente, vieron a la ballena a lo lejos junto a uno de esos barcos. Los dos delfines se pusieron en lo peor, pensaban que algo malo le estaba pasando a su querida amiga, pero cuando estaba muy cerca, se sorprendieron enormemente de lo que vieron.

La ballena estaba feliz, soltando enormes chorros de agua por el agujero que usaba para respirar mientras unos niños jugaban encima de ella, cantaban y reían sin parar. Los delfines, comprendieron que estos seres no eran malos sino que habían inventado los barcos para poder conocer a los animales del mar. Los delfines se unieron  y estuvieron jugando horas y horas sin parar.

Escrito por habiaunavezuncuento.com

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